martes, 28 de febrero de 2012

Para el gay musulmán, el armario tiene siete llaves

La homosexualidad es un tema tabú en la mayoría de los países de tradición islámica: los vecinos Argelia o Marruecos, por ejemplo, tipifican como delito los “actos homosexuales” y los cinco Estados que condenan a muerte a los gais son musulmanes. En España, donde la mayor parte de esta comunidad está formada por inmigrantes de primera o segunda generación, estos prejuicios continúan existiendo y, en muchos casos, llevan a estas personas a negar su identidad sexual u ocultársela a sus familias. Pero las voces que reivindican la compatibilidad entre el Corán y la realidad homosexual también comienzan a hacerse oír.

“Cuando sabemos que alguien es gay se le rechaza y se le deja de hablar”, admite el marroquí Achraf el Hadri, de 27 años y vecino de Madrid. La presidenta de la Unión de Mujeres Musulmanas de España (UMME), Laure Rodríguez, va más allá: “Existe una lesbofobia y una homofobia generalizada dentro de las comunidades musulmanas en nuestro país”. “Las escuelas de jurisprudencia islámica siempre han considerado la sodomía como algo prohibido”, confirma Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica Catalana (JIC).

En este contexto, los musulmanes que se plantean lo que popularmente se llama salir del armario suelen enfrentarse a un proceso muy complejo. Lo explica Manuel Ródenas, coautor del Estudio sociológico y jurídico sobre homosexualidad y mundo islámico (Cogam, 2007): “La característica fundamental de los homosexuales musulmanes es que viven en dos mundos muy diferenciados: por un lado, sus familias, que no saben nada, y, por otro, con sus amistades. Son redes que jamás se tocan ni se mezclan”. Lola Martín, coautora del estudio, considera que estas personas viven en un “doble armario” y destaca que algunos de ellos, incluso, tratan de ocultar que proceden de países árabes.

La presidenta de la UMME está realizando un estudio entre mujeres musulmanas que viven en España, con las que contacta a través de las redes sociales. “El punto en común de todas las lesbianas a las que he entrevistado es un proceso largo, traumático y doloroso para decantarse entre su religiosidad, su sexualidad o intentar vivirlo de manera equilibrada”, cuenta Rodríguez, que ha hablado ya con unas 20 de ellas.
Esta trabajadora social de 36 años critica que en varios casos, cuando alguna de estas mujeres se ha atrevido a dar el paso y solicitar información en cualquier asociación LGTB, “el primer mensaje que han recibido incidía en que para liberarse tenían que abandonar su creencia”. Desde el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM), niegan que su organización actúe así: “Apostamos por la libertad del individuo”, responden, “y no hacemos diferenciación por causa de la religión”.

Shiraz (nombre ficticio) ejemplifica cómo puede afectar este entorno a una mujer procedente de un país árabe, sea o no musulmana. En su caso, llegó a España hace 17 años y, en aquel momento, no se consideraba una persona homosexual. “Desde joven, me gustaban las mujeres, pero al vivir en Túnez, donde no tenía referentes, no sabía lo que me ocurría y tenía muchas dudas”, confiesa. “En mi país, me gustaba mucho una profesora, pero yo lo achacaba a la admiración”, continúa, “hasta que emigré, en realidad, no comencé a asimilarlo”.

Esta mujer, que ronda los 50 años, se congratula por haber vivido el proceso de asumir su lesbianismo en España. “En Túnez habría vivido un calvario o lo habría ocultado”, señala. De hecho, nadie de su familia —que vive en aquel país— sabe nada sobre su condición sexual, a pesar de ser “muy abiertos” para los estándares de ese lugar. “Allí, muchos homosexuales tienen una doble vida, e incluso algunos llegan a contraer un matrimonio tradicional para ocultarlo”. La tunecina comenta que nunca se ha considerado una persona religiosa. “Pero la educación que te dan desde niña influye, y hay cosas que te salen incluso sin darte cuenta”, admite.

¿Ayudaría a cambiar esta situación una organización LGTB específicamente musulmana? En Francia, donde hay inmigrantes de tercera y cuarta generación, la asociación Homosexuales Musulmanes de Francia (HM2F) lleva desde 2010 luchando por los derechos de este colectivo. “No tenemos que renunciar a ser musulmanes por ser homosexuales”, explica su fundador, Ludovic L. Mohamed Zahed, de 34 años. Su labor se centra en trabajar por un islam inclusivo en el que esta comunidad tenga cabida y en demostrar que excluir de la sociedad a las mujeres o a los gais “no es islámico”. Lo hacen, además, a través del Corán, el libro sagrado del islam, y los hádices, la tradición oral sobre la vida del Profeta.

Para debatir sobre estos asuntos, Zahed ha organizado un congreso europeo, llamado Calem, que celebró su segunda edición reuniendo a 250 personas en el pasado diciembre en Bruselas (Bélgica), y cuyas conclusiones ha presentado en conferencias en París, Lisboa y Madrid. El fundador de HM2F prepara ya el tercer Calem, que pretende llevar también a Italia, Suiza y Luxemburgo.

Pero en España no existe una organización similar, según confirma la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (Felglt). “Hay algunos musulmanes en asociaciones LGTB y otros vinculados a las organizaciones musulmanas más aperturistas”, señalan desde la federación. Lo más parecido es el colectivo KifKif (“de igual a igual”, en árabe), que trabaja por los derechos de los gais en Marruecos, pero también por los de aquellos que cruzan el Estrecho. “Nuestro ámbito de actuación es fundamentalmente el país vecino, pero hemos tenido que registrarnos como asociación en España porque allí la homosexualidad está tipificada como delito”, explica Samir Bargachi.

La historia de este marroquí de 24 años es tan compleja como la de otros inmigrantes que decidieron salir del armario al emigrar: confesar su condición sexual le ha supuesto que parte de su familia y muchos de sus amigos hayan dejado de hablarle.

Sin embargo, Bargachi, que vive en España desde hace 12 años, no se resignó a que las cosas fueran siempre así. Por eso, puso en marcha una asociación para defender los derechos de los homosexuales árabes. “Nuestro trabajo en KifKif está centrado mayoritariamente en la comunidad magrebí y de otros países árabes, pero no nos consideramos una asociación musulmana, sino seglar”, señala Bargachi. “En España, tenemos un grupo de apoyo de la comunidad marroquí formado por unas 10 personas, pero nuestra labor está centrada en Marruecos”.

En su opinión, “la comunidad musulmana en España es todavía homófoba”, porque está formada, en su mayor parte, por inmigrantes de primera o segunda generación. “Mis padres, por ejemplo, no están integrados en absoluto, a pesar de que viven aquí desde hace mucho tiempo”, añade. Con su trabajo, el marroquí pretende sensibilizar a este colectivo, así como abrir el debate de la homosexualidad en Marruecos. Allí, este joven creó la revista Mithly, la primera que habla de estos temas en aquel país y en lengua árabe. Se han editado cuatro números en papel y, en la actualidad, se sigue publicando en Internet.

Las voces en contra de la homofobia surgen desde dentro del propio islam español. “No hay ninguna base que justifique la persecución de los homosexuales en el Corán”, afirma, tajante, Abdennur Prado, que ha dedicado a este tema un capítulo de su libro El islam antes del islam (Oozebap, 2008). Para Prado, quienes afirman que la homosexualidad está prohibida por esta tradición están equivocados: “El hadiz al que se refieren habla de los seguidores de Lot, el mismo episodio que en la Biblia se centra en Sodoma y Gomorra. Pero, si se lee con detenimiento, se comprueba que no habla de relaciones homosexuales, sino de la violación de extranjeros y el no respeto a las leyes de la hospitalidad”, señala Prado, de 44 años.

El presidente de la Junta Islámica Catalana, que acudió al congreso de Bruselas, defiende que, según la tradición oral sobre la vida del profeta, en los tiempos de Mahoma existían homosexuales, que se denominaban muhandazun y a los que el enviado de Alá siempre defendió. Prado destaca, además, que, en el mundo islámico, hay muchos ejemplos de poesía y literatura homoerótica, es decir, erótica y de temática homosexual, una tradición que decayó con la llegada del colonialismo europeo en los países árabes.

El reto, ahora, es que el debate se extienda. Y parece que los primeros pasos podrían darse pronto. “En el futuro, soy partidario de que haya un debate sobre la homosexualidad en las comunidades musulmanas en España”, comenta Mohamed Hamed Alí, presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, que agrupa a más de 100 asociaciones en toda España. “Es una cuestión que está ahí y nadie la puede obviar, aunque podamos no estar de acuerdo en algo, pero siempre dentro de los parámetros de la democracia y la Constitución española”, confirma Alí, de 58 años. Prado puntualiza: “El Corán dice que Dios está siempre con los perseguidos, y tengo clarísimo que es así, que los crímenes que se están cometiendo contra los homosexuales y las lesbianas son aberrantes. Es para mí un deber religioso como musulmán luchar contra esa injusticia”.

jueves, 9 de febrero de 2012

Drag Kings contra el sexismo en Francia

DLG- 09 de febrero de 2012

A un mes del Día Internacional de la Mujer que se celebra el 8 de marzo, la revista francesa Marie Claire ha decidido reafirmar su lucha contra el sexismo proponiendo a ocho mujeres muy conocidas en Francia desafiar los límites del género convirtiéndose en "drag kings". O, en palabras del jefe de redacción,  "metamorfosearse en hombres".

Mercedes Erra, présidenta d e Euro RSCG et directora genral de Havas; Rachida Dati, alcaldesa de los suburbios de Paris et diputada ante el Parlamento Europeo; Anne Hidalgo, Primera adjunta del alcalde de Paris; Florence Arthaud, navegante; Hélène Darroze, chef de primera clase; Anne Lauvergeon presidenta del consejo de vigilancia del diario Liberacion; Delphine de Vigan, escritora y  Laure Adler, periodista y escritora , son las mujeres que enfrentaron el reto de cruzar las fronteras(?) de la masculinidad.

 "Si yo fuera un hombre, mi vida habría sido igual?"  es la pregunta en la que pensaban las mujeres mientras llevaban a cabo su transformación antes de posar para el lente del fotógrafo Christian Kettiger.

lunes, 6 de febrero de 2012

Africa: mayoria de países condena la homosexualidad

06 de febrero de 2012

Muchos países africanos, con la notable excepción de Sudáfrica, tienen leyes que prohíben o reprimen la homosexualidad, un tema particularmente sensible en el continente que recibe llamados, como el del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a que respeten los derechos de los homosexuales.

Una gran mayoría de los  países de Africa tiene leyes muy represivas contra los homosexuales.  Brevemente revisemos cada caso...

En GAMBIA, en donde la homosexualidad puede ser condenada con penas de hasta 14 años de prisión, el presidente Yahya Jameh declaró que los homosexuales serían perseguidos y expulsados de sus domicilios.

UGANDA prevé penas de prisión largas e incluso la pena de muerte en ciertos casos.

En NIGERIA una ley está siendo adoptada y prevé importantes penas de prisión para los que recurran a las bodas homosexuales. Toda manifestación pública de afecto entre personas del mismo sexo será prohibida.

La homosexualidad es ilegal en Senegal, Chad, Camerún, Kenia, Tanzania y en los países del Magreb, aunque con diferencias entre los países.

En SENEGAL un informe de Amnistía Internacional, publicado en enero,
denuncia los "arrestos arbitrarios, torturas y juicios injustos" contra la comunidad homosexual.

En TUNEZ la sodomía entre adultos de común acuerdo es castigada con  hasta tres años de prisión. No obstante, se publicó en internet en  2011, luego de la revolución, una revista destinada a ese público: "Gayday magazine".

En MARRUECOS el Código Penal condena a los autores de "actos  licenciosos contra natura con un individuo del mismo sexo" con penas que van de 6 meses a 3 años de prisión. Sin embargo, existe una tolerancia, incluso desde la llegada de los islamistas al gobierno en enero, que dicen querer hacer una distinción entre las esferas privada y pública.

En varios países la homosexualidad sigue siendo un tabú con ciertas zonas de tolerancia.

En ZIMBABUE el presidente Robert Mugabe estimó públicamente que los homosexuales son "peores que los perros y los cerdos", pero el grupo Gays y lesbianas está autorizado. El primer ministro Morgan Tsvangirai dio a entender que respaldaría los derechos de los homosexuales en una nueva Constitución que está siendo elaborada.

MALAUI adoptó en 2010 una ley que castiga las "prácticas indecentes" en las mujeres con penas de hasta cinco años de prisión. Sin embargo el gobierno anunció recientemente que revisaría las leyes contra los  gays.

En la REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO no existe una ley represiva y los barrios de "gays" son tolerados, pero los homosexuales sufren discriminaciones en la vida cotidiana.

En BENÍN el Código Penal reprime a los autores de actos "contra natura con un individuo del mismo sexo". No obstante, los homosexuales comienzan a asumir su identidad y algunos se expresan en los medios.

En BOTSUANA una nueva organización llamada "Lesbianas, gays y  bisexuales de Botsuana" (Legabibo) demandó al gobierno para obtener la abrogación de una ley sobre la sodomía.

Algunos países no reprimen la homosexualidad como Gabón o Costa de
Marfil, e incluso otros, como Sudáfrica, adoptan posiciones a la  vanguardia del continente.

Desde que terminó el régimen del apartheid en 1994, SUDÁFRICA dispone de uno de los marcos jurídicos más liberales del mundo. La Constitución prohíbe toda discriminación por la orientación sexual. El Parlamento legalizó las bodas entre homosexuales en 2006, lo que convirtió al país en el único del continente en reconocer las uniones entre personas del mismo sexo.