lunes, 5 de julio de 2010

¿Es un orgullo ser gay?


La Cronica de Guadalajara (España), 5 de julio de 2010


Si: Maximino Rodríguez

Conocí a Paco Maroto hace unos cuantos años. Es el alcalde que más bodas gays ha celebrado en nuestro país. En Campillo de Ranas incluso residen alguna parejas homos a las que ha casado. Al margen del dato para el anecdotario, creo que esa estadística no le hace justicia.Quien haya asistido al devenir de este municipio, uno de los más emblemáticos de la arquitectura negra, sabe de lo que estoy hablando.

No sólo porque Paco ha contribuido de manera determinante a situar este hermoso pueblo de la Sierra Norte en el mapa del mundo. Su condición de munícipe gay le otorga la particularidad necesaria para aparecer en las páginas de The New York Times, en los principales tabloides europeos y en las televisiones de medio planeta. Por desgracia, en este país de dimes y diretes, lo extraño vende. Porque él no ha propiciado esa distinción. Pero tampoco rehúye esa notoriedad, porque sabe que su imagen pública se proyecta directamente sobre el pueblo que eligió para vivir. No me extraña que sus vecinos le adoren.

¡Había que haber visto Campillo de Ranas hace más de una década! Algunas calles de tierra, viviendas con tejados hundidos y ese silencio lóbrego que era la antesala del ocaso. Años después, los niños vuelven a corretear por las callejuelas y rincones del pueblo.
Paco lo tiene como los chorros del oro. Después de lustros cerrada a cal y canto, la escuela ha abierto de nuevo. Algunos negocios rurales de hostelería se han instalado allí al albur del empeño que le pone su alcalde a la causa. Basta oírle hablar para comprobar que no es una pose. Se cree lo que dice. Y lo hace con tanta vehemencia y convicción que contagia. Es un apasionado del medio rural y un pueblerino contumaz.

La pasada semana le pedí que escribiese un artículo de opinión con la vista puesta en el Día del Orgullo Gay. Se lo requerí consciente de que no haría apología de su condición sexual, sino que le pondría mucha pedagogía. Porque Paco no ejerce como tal. Vive su homosexualidad desde lo íntimo y personal. No hace ostentación porque sabe lo que significa que te pisoteen la dignidad. Y se muestra orgulloso de haber llegado hasta aquí para comprobar exultante cómo una sociedad que antes les despreció, marginó y humilló, ahora les reconoce derechos elementales.

Porque pocos saben que Paco fue uno de los primeros activistas del movimiento gay de este país. Estaba entre aquella veintena de osados que en junio de 1983 se manifestaron por primera vez en la Puerta del Sol ocultos detrás de unas gafas y gabardina en ristre. Antes, habían cumplido con el trámite obligatorio de desfilar por el Ministerio de la Gobernación para identificar a aquellos exaltados y admitir que eran unos maricones. Humillante.

Hoy, los homosexuales disfrutan de una serie de derechos básicos que hace apenas veinte años eran inverosímiles. Sus fichas ya no constan en los archivos policiales. Y tampoco están stigmatizados por aquella Ley nauseabunda de vagos y maleantes. Pero queda todavía mucho camino por recorrer. Sobre todo, para el colectivo de transexuales, que fueron los primeros en dar la cara. Hoy, han dejado de ser enfermos cuya desviación había que corregir a base de fármacos porque eran la vergüenza que cualquier familia de bien aborrecía.

La condición de homosexual no se elije. Aunque algunos se creen con derecho a decidir su régimen de libertades, que no de libertinaje. Jamás me han incomodado, ni me ha perturbado su presencia. Como tampoco los que reclaman la pervivencia del crucifijo en las aulas o se declaran antiabortistas inmisericordes. Vive y deja vivir. Creo que en el fondo sólo piden un poco de respeto. Nada más. Nada menos.

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No: Javier Pascual

La RAE define orgullo como “arrogancia, vanidad o exceso de estimación propia que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas”. No en vano, cuando nos sentimos orgullosos es porque nos creemos mejores que los demás por como somos, por un acto que hemos hecho o por algo que hemos conseguido.

Homosexual y heterosexual son palabras que definen la condición sexual de una persona. Una condición con la que se nace, o se hace, pero que no es mejor ni peor una que otra, son simplemente distintas. Por tanto, no se entiende que alguien pueda sentirse orgulloso ni de una
cosa ni de la otra.

Este pasado fin de semana se celebraba en Madrid el Día del Orgullo Gay con la presencia de miles de manifestantes en las calles más céntricas de la capital.

Esta fiesta, no exenta de polémica por el alto coste que supone – más de medio millón de euros – y por las molestias que genera a los vecinos del centro - según algunas informaciones provoca la huida de 6.000 vecinos de la zona centro de Madrid -, es considerada por muchos como la fiesta más simbólica para el colectivo gay en su lucha particular por la igualdad de los gays, las lesbianas, los bisexuales y los transexuales.

Sin embargo, la igualdad se consigue a través de la normalidad. Y, desde luego, con la fiesta del orgullo gay no se busca la normalidad sino todo lo contrario.

Muchos no entienden que esta fiesta siga teniendo un carácter reivindicativo por la igualdad ya que no es una manera de que el resto de la sociedad entienda que la homosexualidad, la bisexualidad o la transexualidad tienen que ser entendidas como una opción sexual más, si bien, al igual que los heterosexuales no hacen ningún alarde de su condición sexual, el mejor camino para la integración completa y la tolerancia debe ser su normalización sin que para ello haga falta
magnificar orgullos ni días especiales. ¿Acaso hay que celebrar el día del orgullo del periodista o el día del orgullo heterosexual?

De hecho son muchos los homosexuales que reniegan del exhibicionismo del que hace gala gran parte del colectivo gay.

En muchas ocasiones al llamar la atención lo que tratamos de ocultar son sentimientos de inferioridad e inseguridad en nosotros mismos. El homosexual que está a gusto con su condición sexual y la vive con normalidad no necesita hacer grandes demostraciones de la misma.

Y desde luego son estos gays los que más ayudan a la causa por la igualdad de derechos sin discriminación por razón de sexo, raza oreligión.

Tomado de
http://www.lacronica.net/cara_cara.asp?idarticulo=05/07/2010

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