viernes, 9 de enero de 2015

El derecho a la blasfemia

por Daniel Borrillo
Publicado por Yagg
Traducción al español: Jorge Chávez Reyes



En un artículo publicado por Le Monde el 16 de mayo de 2005, yo estaba preocupado por la batalla legal librada por grupos religiosos en contra de la libertad de expresión. Los recientes acontecimientos trágicos me hacen tomar mi pluma para recordar lo que ya había denunciado hace diez años. La situación es particularmente grave ya que en  nombre de lalucha contra la discriminación, los tribunales hacen suya la interpretación que los grupos religiosos hacen de la norma legal. Por lo tanto, la islamofobia y la cristianofobia se utilizan para silenciar la crítica de las ideologías dogmáticas. Diderot, Nietzsche o Marx podrían ser procesados si dijeran hoy lo que dijero sobre que la religión es "la ceguera de la humanidad" , la "anemia de la voluntad" o "el opio del pueblo".

El dispositivo de protección contra la discriminación fue creado para proteger a las personas que pertenecen a grupos minoritarios contra actos físicos o discursos que incitar al odio de los que son víctimas. Se trata de proteger a las personas, no los dogmas.

Estos, los dogmas, son construcciones de la mente humana, que no sólo pueden sino que deben ser objeto de críticas. Para las y los creyentes, la religión es de naturaleza sagrada; para otros, es sólo una manifestación cultural. 





La República fue fundada en gran parte en contra de la jerarquía religiosa y la ley de 1905 sobre la separación de Iglesia y Estado confirma la neutralidad religiosa de Francia. En el espacio público de naturaleza secular, uno debe poder referirse  al cristianismo y el islam o a cualquier otra religión como uno se refiere al comunismo, el liberalismo o la astrología, es decir, como una ideología.

La libertad de expresión significa no sólo poder analizar y criticar las ideas, sino también
poder ridículizarlas.

Si los musulmanes, comunistas o astrólogos merecen la mayor protección en tanto que individuos, el aparato ideológico que sirve como base para sus creencias no debe escapar a la crítica bajo pena de comprometer la primera libertad de acuerdo con la Declaración los derechos humanos y ciudadanos de 1789. El Tribunal Europeo de derechos humanos hizo hincapié en que "la libertad de expresión no sólo se aplica a la información o ideas que son recibidas favorablemente o consideradas como inofensivas, sino también a las que ofenden, resultan chocantes o perturban, así lo demandan el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no existe una sociedad democrática".

La libertad de credo está, por tanto, sujeta a la libertad de expresión. La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) debe entender y detener su ofensiva internacional contra lo que considera "actos blasfemos contra los principios, símbolos, valores sagrados y figuras islámicas, incluyendo la publicación de caricaturas insultantes de Profeta y todos loscomentarios despectivos sobre el Islam y las personas santas y difusión de un documental difamatorio sobre el sagrado Corán así como su difusión por otros medios de comunicación, con el pretexto de la libertad de expresión y opinión". 

La OCI ya se ha apuntado algunos exitos en su, lucha como cuando el 26 de marzo de 2007 logró que se votara en el Consejo de derechos humanos de la ONU una resolución sobre la "lucha contra la difamación de las  religiones", que no sólo es un desafío a la laicidad, sino también una forma de actualizar el delito de blasfemia. En esa resolución podemos leer que la libertad de expresión debe ejercerse con "respeto a las religiones y creencias".

Las democracias liberales no pueden ceder ante tales amenazas de las cuales la violencia terrorista es la forma mas extrema. El derecho a  la blasfemia es parte del ADN de nuestras democracias, por lo que los enemigos de la libertad han tratado de destruirlo.

Independientemente de nuestras creencias y nuestras convicciones, aseguremos que todos Diderot, Nietzsche, Voltaire, Marx y otros espíritus críticos puedan no sólo  atacar las religiones sino  también burlarse de ellas como lo hicieron Charb, Cabu , Wolinski, Tignous, Maris y todos  aquellos y aquellas que sacrificaron sus vidas para defender, aquí y en otros lugares, nuestras libertades.

Daniel Borrillo, abogado contratado

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